martes, 4 de septiembre de 2012

¿QUE PAIS NECESITAMOS? A PROPOSITO DEL PRIMER AÑO DE GOBIERNO DEL HUMALISMO


Por Luis Ángel Delgado Flores

La pregunta que encierra el título de la presente columna es bastante amplia, demasiado en comparación con las cortas líneas que comprenden estos artículos que se presentan en el blog; sin embargo es muy necesario en estos momentos, yo diría determinante y decisiva por la coyuntura en que vivimos y de cara a lo que se viene en nuestro futuro inmediato, comenzar a pensar, reflexionar y escribir al respecto. En ese sentido considero conveniente proceder a hacerlo en diferentes publicaciones de ahora en adelante, de tal manera que podamos de manera progresiva compensar lo corto del espacio designado para este fin, y que pueda ser presentado de manera integra en otro formato o quizás en otro medio más adecuado y acorde para ello.

Debo confesar que la mencionada pregunta viene rondando mi cabeza desde hace buen tiempo y estoy seguro que de varias personas también, aunque parece ser que la gran mayoría de estas no se encuentran desempeñando un cargo político o alguna función pública, salvo muy honrosas excepciones. Ahora bien, el asunto pasa por dónde empezar, y  para ello me parece conveniente abordar esta temática por establecer “que no debemos ser”, para que en base a ello se señale una ruta por la cual comenzar y construir una propuesta seria, honesta y bien intencionada de lo “que debemos ser”. Para establecer y determinar la primera cuestión, acerca de lo que no debemos ser, es necesario proceder a dar una mirada a nuestra historia y sobre todo de la época reciente y para ser más precisos de los últimos gobiernos que hemos tenido incluyendo el actual que ya cumplió no hace mucho un año de “gestión”. En realidad la vida de un país pasa por diversos ámbitos como la salud, la educación, el medio ambiente, la economía, el transporte, etc., que se encuentran hoy en día en estado de una “crisis total” por la que atraviesa en general todo el “Sistema”, debido un manejo equivocado del Estado por parte de los gobernantes y autoridades, pero también en buena medida por irresponsabilidad e indiferencia del pueblo y en eso si debemos ser claros y sinceros con nosotros mismos, la negativa realidad que tenemos hoy en día es un producto y a la vez un reflejo de nosotros mismos, pues esas  miserias y desgracias que vemos afuera, también se encuentran por dentro de los hombres y que ha conllevado a que a tengamos actualmente una sociedad desigual, discriminadora, violenta, individualista, materialista y contaminada. Perfil de medio social que ha sido alentado, impulsado y hasta financiado por los mismos gobiernos, contando con el apoyo de los poderes económicos y respaldado por la élite religiosa y protegido en muchas oportunidades con el uso de las armas del propio Estado.

Lo manifestado en forma precedente, bien puede sintetizarse en lo hasta ahora visto durante el primer año del régimen humalista, que en tiempos electorales se presentaba como la propuesta política hasta cierto punto diferente a las demás  presentadas por los principales candidatos presidenciales, lo que motivo a que a un gran números de peruanos hayamos apoyado con nuestro voto un programa de gobierno que enarbolaba las banderas del nacionalismo como ideología que lo sustentaba y que hacía albergar ciertas esperanzas -como vuelvo a insistir- de que si bien no se iba a realizar la gran transformación que se pregonaba, al menos se podía iniciar un importante cambio de rumbo, acompañado de importantes reformas en el aparato estatal, principalmente en el campo económico relacionados a la administración de los recursos públicos y las actividades productivas que a su vez están íntimamente relacionadas con el manejo de recursos naturales y el intereses de los grupos poblacionales vinculados a ellos.

Lo cierto es que transcurrido un año de gobierno de Ollanta Humala y contra casi todo pronóstico para alegría de quienes perdieron las elecciones y para tristeza y frustración de quienes lo apoyaron, el estados de cosas, salvo por el cambio de rostros se mantiene casi intacto, es decir persistimos en mantener un modelo económico ligado a los postulados de un neoliberalismo a ultranza dictados desde los centros del poder económico mundial (FMI, Banco Mundial –prueba de ello es que nuestro actual ministro de economía sea un empleado destacado por ésta institución a nuestro país-, etc.) que ahora en estos momentos se encuentra atravesando la peor crisis de sus historia y que va camino al colapso en muy poco tiempo –como se puede apreciar con la decaimiento de importantes economías con la de Estados Unidos, España, Portugal, el mismo Italia que se encuentra amenazado, Grecia literalmente en la banca rota, entre otros- y pese a ello se continúa defendiendo celosamente éste modelo, que se trata de un enfermo que se encuentra en cuidados intensivos y camino a la muerte, al cual se le sigue alimentando con un voraz neoextractivismo, que está atentando de manera criminal contra la vida en sus diferentes formas, porque nos está dejando sin recursos marinos, sin bosques, sin ríos, con menos áreas agrícolas, con más desiertos de arena pero también verdes (debido a los monocultivos), pero también con enfermos y muriendo lentamente principalmente por las actividades mineras, que tantos conflictos ha ocasionado y en cuanto al manejo de los mismos, su tratamiento no ha experimentado mejora alguna en lo que va de éste gobierno y que por el contrario el futuro se presenta sombrío debido al considerable número de muertes y heridos en tan solo el primer año de gobierno, con cifras que son muy altas e incluso sin precedentes.

Pasando a un plano administrativo, si bien es cierto ha existido algunas medidas que variado la forma; sin embargo en cuanto a lo sustancial es decir sobre el fondo, podemos decir que las cosas poco han cambiado y menos que han mejorado, tan así que en no pocas instituciones se aprecia una continuidad de funcionarios y servidores públicos colocados por el gobierno aprista y que pueda explicar en gran medida de porque el servicio de la administración pública continua siendo muy deficiente, como también la corrupción que en ella campea, fomentada y realizada por los de siempre, pero también por los nuevos que han ingresado en éste gobierno, los destapes y escándalos siguen al orden del día, que empiezan desde la misma familia presidencial, pasando por el entorno más cercano del presidente y que se prolonga hasta la punta más lejana del poder político, como siempre y para no romper con la costumbre y con ésta clase de tradiciones que malsanamente estamos acostumbrados a conservar y que se expanden y circulan cual sangre infectada por VIH por todo el aparato estatal, no solo en ejecutivo sino también en el legislativo y qué decir del poder judicial, en donde los demás instituciones como los organismos constitucionalmente autónomos no se encuentran exentos de éste virus, que pulula en gran parte de la población quien finalmente alimenta con sus acciones y decisiones esa enfermedad que invade al Estado.

Ahora lo que sí es claro que las desgracias y miserias que podamos estar padeciendo no podemos achacarlas a Humala y su gobierno, puesto que constituye una continuación de regímenes anteriores y de malas costumbres que llevan casi cinco siglos en nuestro país, es muy difícil eliminarlas en poco tiempo, sumado a la gran maquinaria con la que cuenta la gran burguesía peruana (en dinero, tecnócratas y medios de comunicación) apoyados por el gran capital mundial, que siempre trata de sabotear y poner obstáculos ante cualquier reforma que vaya en contra de sus intereses y en beneficio del pueblo. Pero lo que si debemos enrostrarle a Humala es su rápido y súbito viraje hacia una posición conservadora y continuista, a dejar de lado a las personas que lo apoyaron en la elaboración de su original plan de gobierno, por haber cedido de manera tan fácil a los caprichos de los grupos de poder y sobre todo a atentar contra los pueblos que lo respaldaron con su voto en las pasadas elecciones; a menos que el espectáculo montado en la campaña haya sido una vil estrategia para acceder al poder, alguien podría decir, total ha sido una constante de nuestra historia republicana apelar a la mera demagogia para llegar al poder. Sea cual fuera las razones de la posición actual del presidente y de su gobierno, también es notorio su falta de liderazgo que ha mostrado en la conducción del Estado, mostrando un perfil sumamente bajo incluso ante situaciones de gran relevancia como los conflictos socioambientales, lo que indica una falta de convicción y de fe en sí mismo, de la cual adolecen aquellos que carecen de fortaleza en su ser interior, por no escuchar la voz de su conciencia y por tanto no pueden actuar con la fuerza creadora que se necesita para enfrentar las adversidades y a quienes se consideran desde hace mucho tiempo los dueños del Perú.                        

 En realidad podríamos seguir escribiendo sobre este primer año del gobierno de la “gran continuación” –y de la decepción dígase de paso-, pero retomando la parte inicial de esta columna; tenemos que a partir del somero análisis de lo apreciado por el gobierno pues podemos encontrar las antítesis de lo que no debemos ser, ni hacer en nuestro país. Es decir que debemos aspirar como país y como nación a no estar  sujetos a un modelo económico que se sustente en modos de producción que atenten contra la vida no solo de los hombre sino también de la flora y la fauna y de los elementos que generan la vida, para poder obtener recursos para hacer más ricos a los ricos y que los pobres sigan siendo pobres y marginados por éste sistema, con gran cantidad de personas enfermas, con desempleo o uno precario, discriminados por su posición social, que se evidencia en el trato que reciben en las instituciones públicas en donde se ven relegados frente a otros que tienen una mejor condición económica. Pero también no debemos pensar en un país en donde cunde la violencia y la inseguridad precisamente como productos en gran medida por la inequidad del sistema, pero también debemos rechazar un país que se encuentre engullido por la corrupción de gobernantes pero también de gobernados, debemos descartar un país con un pueblo ignorante y desinformado por un sistema educativo mediocre y con medios de comunicación que embrutecen y desinforman y que además fomentan la práctica de antivalores que han llevado una degeneración de nuestra sociedad hasta niveles jamás vistos.

El gran propósito de cortas líneas, ha sido resaltar la gran necesidad existente, de abrir un amplio debate nacional acerca de qué país necesitamos y que debemos construir en el futuro inmediato, pues es de vital importancia establecer el rumbo y la ruta que debemos seguir, porque nuestros gobernantes y los que aspiran a serlo próximamente simplemente se conforman con seguir en los mismo e ir pasivamente rumbo al despeñadero al cual nos quieren conducir a todos. Creo que existen muchas personas muy leídas y preparadas en el Perú con una visión bastante clara de los problemas que nos aquejan y de lo que no debemos seguir haciendo en nuestro país, pero además de ello se requiere de hombres  inteligentes, creativos e íntegros, para generar ideas que se vean plasmadas en propuestas que se consoliden en planes verdaderamente alternativos para la población basados en el respeto de la vida, la libertad, la justicia y la paz, porque éste sistema y el modelo que viene imponiendo sencillamente no da para más, es completamente inviable para la subsistencia del planeta y por lo tanto está condenado a morir por aquellos hombres y mujeres que quieren supervivir en estas hermosas tierras del cóndor, por ello deviene como algo inexorable e inevitable el “HACER NUEVAS TODAS LAS COSAS” y así debe ser, hacia ello debemos apuntar todos nuestros esfuerzos ahora en adelante.            

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