lunes, 2 de abril de 2012

El Chullachaki- cuento

                                                                                                 Autor : Pedro A. Giles Lobatón
               Cuentan que una vez , una pareja de esposos, sabiendo que existía un lugar a orillas del río Sisa, donde había muchos animales silvestres hermosas llanuras, donde hacer chacras, decidieron abandonar su querida tierra: Lamas.
               Esta joven pareja recién casada preparó su fiambre(pollo canga, juanes, boquechico ahumado, dos buenos huingos con chicha de maíz, una botella de aguardiente y en una bolsita de plástico una cajita de fósforo y veinte mapachos).
               Así, al cabo de dos días de dura caminata, atravesando algunos pequeños pueblos, cruzando quebradas, caminando por angostas trochas subieron y bajaron el gran cerro del chontal y finalmente llegaron a un valle a orillas del río Sisa. A unos cientos de metros divisaron dos tambos (chozas) de algunos cazadores que habían quedado abandonadas.
                Al ver que la pesca era buena y que muy cerca había manadas de animales silvestres, decidieron construir allí su tambo. Se instalaron, hicieron su chacra, sembrando maíz, plátano, maní y yuca. Viviendo muy felices con  todo aquello que la naturaleza y su esfuerzo les brindaba.
                Bedith, la esposa de Fidencio (que eran los nombres de la feliz pareja) al cabo de un año le dio un hermoso y robusto varoncito, al que pusieron por nombre Segundo Fidencio.
                Cuando Segundito tuvo nueve meses de nacido, ya pronunciaba algunas palabras y reía muy fuerte; pero cuando enfadaba, también era un majadero, porque no había cuando deje de llorar. Y como ya gateaba, cuando se descuidaban se metía por el monte, entre la alta maleza, por lo que en todo momento tenían que estar observándolo.
         Una vez repararon que todas las tardes se iba gateando a un punto determinado del bosque y lo escuchaban reír fuertemente; cuando iban a buscrlo, lo encontraban totalmente solo y muy tranquilo.
         Esto se repetía todos los días y además notaban que cada día de iba poniendo más flaquito, por lo que empezaron a preocuparse.
          Un día acertó a pasar por allí un brujo que bajaba de dietar del “chontal”. Le invitaron a tomar un delicioso caldo de carachupa (armadillo) uno de esos animales que abundaban en la montaña de San Pablo. Y mientras almorzaban, le contaban al brujo lo que sucedía con el “yuyo” y las preocupaciones que tenían.
           Después de almorzar, el brujo les pidió que le permitan examinar a su hijo. A lo cual la pareja no se negó.
            Luego de una  rápida pulsación y examinarle los ojos y la piel, el brujo les dijo: tu hijo está siendo visitado por un demonio de la selva llamado “Chullachaqui”, que quiere robártelo.
             Bedith escuchando las palabras del brujo, se puso a llorar  desconsoladamente, pero el brujo la consoló diciéndole: en recompensa a la gran bondad de ustedes, por ser muy buenos y hospitalarios conmigo, les voy a ayudar  y esta misma noche vamos a acabar con ese demonio. Por lo que me quedaré esta noche con ustedes. Ahora voy al monte a buscar unas yerbas que necesito para hacer un brebaje. Estaré aquí antes que se oculte el sol.
                 Al caer la tarde dejaron a Segundito que vaya a jugar al lugar de siempre y muy cautelosamente lo siguieron hasta descubrir  el lugar donde se reunía con el demonio. El brujo  llegó con su talega llena  de raíces, hojas, pequeños tallos, etc.
                  Rodearon a Segundito escondidos entre la maleza y esperaron. De pronto escucharon la risa de Segundito, pero no veían a nadie, con quien estuviera jugando. Inmediatamente el brujo vació en el suelo todo lo que  tenía en la talega le amontonó un porción de hojarasca y le prendió fuego, de su bolsillo sacó un pedazo de azufre y unos dientes de ajo, que echó sobre el manojo de hierbas que ardía. Un olor muy fuerte, casi irrespirable se levantaba con el humo, el fuego iluminó el claro del bosque. El padre de Segundito, entonces pudo ver a un horrible ser: pequeño, buchizapa, que tenía un pie humano y el otro parecido al de un venado.
                  El horrible ser intentó correr, pero su pies desiguales le pedían avanzar  ligero, por lo que el brujo aprovechó en rosearle el agua bendita que llevaba en una botella.
                   El Chullachaqui, empezó a arder desde la cabeza a los pies y dando espantosos gritos de dolor corría, hasta que desapareció en el aire.
                     El brujo luego roció la casa con unas yerbas aromáticas para proteger la casa y luego de calmó a los padres del niño,  que trataban de hacerlo callar, ya que por el alboroto armado se había puesto a llorar.
                     Al otro día el brujo se fue a su pueblo y la feliz pareja quedó muy agradecida esperanzada en que aquel demonio nunca más a aparecería por su casa.
                                                                FIN

               
El Chullachaqui es un mito muy conocido en toda la selva, en el cual algunos creen ver a un ser pequeño  con sus pies diferentes, es decir una pata de animal y otra de cristiano. Muchas veces se convierte en animal para confundir a los seres humanos y llevarlos muy dentro del bosque de donde difícilmente podrán salir. El nombre proviene del quechua: chulla = diferente, desigual y chaqui = pie           

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