lunes, 30 de enero de 2012

Programa Radial Sembrando Vida

Programa Radial Sembrando Vida es un espacio creado para compartir información sobre salud, crecimiento interior y concientización sobre la actualidad que estamos viviendo, se transmite todos los sábados por Radio Oceánica en el 103.3 FM y el 720 AM , en los distritos de San José , Santa Rosa , Chiclayo y Pimentel.

El Derecho de vivir en paz- Victor Jara

viernes, 27 de enero de 2012

La muerte de la conversación


Acabo  de leer en Internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les  decomisan a los clientes sus teléfonos celulares. Según la nota, se trata de  recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones  interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas  mientras hablan a gritos. La noticia me produjo envidia.  Personalmente, ya  no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y  profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la  palabra en la boca, porque suena su celular.

En  ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en  la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos  indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.
Gracias  al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico  que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero  intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para  hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil,  desde el lugar mismo en que se encuentra.
 No  niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de  la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado  para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero  me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos  hablamos cuando estamos cerca.
Me  impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la  cédula que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más  que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento, parece una  extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y  soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos nunca  lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para  decir: "Estoy en cine, ahora te llamo".
También  puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas  cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es  hora de apagar los celulares. También he sido testigo de la inquietud que se  desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo  nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio  aparato
Pero  de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte. las personas se  vuelven enajenadas y autistas.  El Blackberry  en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje  que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca  pueden abstenerse de contestar de inmediato.  Lo veo teclear un rato,  masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme y decir: "¿En qué  íbamos?".  Pero ya la conversación se ha ido al traste.  No conozco a nadie  que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.
Alguien  me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto  era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su  aparato y responder al instante todos sus mensajes.
Es  la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la  sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que  terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro,  frente a frente.