Por Fiorella Sánchez L.
Cuando se habla de apostar por una mejor calidad de
vida, muchas veces se entiende solo como
una percepción subjetiva de mejora y bienestar con respecto a ciertos agentes
internos o externos del individuo (salud, estado psicológico, valores, normas,
cultura, educación, etc.) Lo que hace que la “calidad de vida” como tal quede
coaccionada, por un lado, a lo que cada persona quiere y por el otro, a lo que
cada persona necesita. Entonces, casi siempre, una persona sabe lo que quiere, pero muchas veces no sabe lo que necesita, y he aquí el punto al que quería llegar:
¿Quién o quiénes determinan lo que necesitamos? Para
responder esta pregunta es necesario
hacer una pequeña ilustración sobre las necesidades según la pirámide de Maslow
:
- Necesidades básicas, fisiológicas y las relacionadas con nuestro instinto de supervivencia para obtener seguridad y protección
- Las relacionadas a nuestra formación y búsqueda de aceptación en el medio social
- El deseo de trascendencia y auto realización.
Así se podría pensar que
las necesidades las determina la
condición innata del ser humano y que este es libre de escoger lo que quiere, pero ojo hay que recordar
que querer y necesitar no es lo mismo. Por ello, a la hora de escoger cabe preguntarse
¿cómo escogemos lo que queremos? Si
bien nuestro proceso mental es autónomo y decidimos en base a nuestro
propio juicio, este juicio se forja a través del aprendizaje en la familia, la escuela, los grupos sociales y
otros como los medios de comunicación.
Ahora bien nuestra inteligencia nos dice que debemos tomar lo
mejor para saciar nuestras carencias, la
conciencia nos indica cuanto es lo necesario, y la espiritualidad nos aconseja transcender a ellas
renunciando incluso a su satisfacción inmediata , sin embargo el mundo moderno nos exige que obtengamos todo
, en gran cantidad y ya mismo. ¿Y por qué? Por algo muy sencillo porque mucho
de lo que buscamos puede ser objeto de una transacción económica, es decir
existe alguien que nos quiere vender algo, lo más pronto posible, para hacerse
de dinero.
Bien, las personas se pueden ganar la vida siendo
comerciantes y empresarios, siempre y
cuando sean honestos; pero ¿qué pasa
cuando ese alguien tiene mucho, muchísimo dinero y no solo quiere vender en pequeñas
cantidades sino que quiere venderlo todo
y hacerse del dinero de todo el mundo, a cualquier costo? Entonces comienza la corrupción, la violencia y la manipulación masiva a través de los medios
de comunicación.
Y es desde este ambiente de codicia es de donde nacen los programas basuras de la tv, que promueven la ignorancia
y la mediocridad y que en sus espacios
publicitarios no solo vende productos y
servicios sino que ofrece fantasías y expectativas, para esas mentes vulnerables
que cree que en la tele todo es cierto y bueno. Entonces ya no se vende un jugo, sino el jugo que toma el
personaje favorito de mi serie, con el cual me identifico, no se vende un
desodorante, sino la oportunidad de tener una pareja; no se ofrece un servicio educativo sino el
éxito para la vida; no se vende las
pastillas para bajar de peso, sino autoestima; no se vende una gaseosa sino la
felicidad….
De este mismo ambiente nacen
los gobiernos comprados, los políticos vendidos, los recortes en los presupuestos de los sectores educación
y cultura, la falta de oportunidades y
la percepción de desconfiar de todo el
mundo. Es de este acaparar de este querer apropiarse de todo para tener el
poder de todo, de estas mentes codiciosas y
criminales que nace el caos y el revanchismo, la ignorancia y la fe
crédula en cualquiera que parece que nos puede “salvar”.
Frente a toda esta maquinaria millonaria que nos vende todo,
que nos roba toda que nos adoctrina para elegir lo que ellos quieren, que desestabiliza la paz y unidad de una nación (así de malo es su
efecto) estamos nosotros, creyendo en ellos ( en toditos ellos), desconfiando de todos los
demás , eligiendo como llenar nuestras carencias ( todas ellas) por fuera, apostando por
la nueva autoridad (que de seguro
tiene harto dinero metido en alguna de
esas empresas y que no le importa nadita nuestra vida) , comprando el nuevo
producto que me hará ver más atractivo, más delgado, más alto…“haciendo
shopping”, consumiendo y exigiendo “CALIDAD
DE VIDA” … ¡Cuánta ingenuidad!
Somos responsables de nuestra calidad de vida, porque esta,
la verdadera y bien entendida, radica en nuestro interior y en la aplicación de
la esa voz interior que llamamos Consciencia, todos hemos sido provistos de ella
y aunque hable bajito, nos dice que es
lo correcto y lo justo. Que uno se haga
el loco; esa es otra cosa.
Por otro lado queda el conocimiento, la búsqueda, el análisis
y la humanidad que nos conviertan en
agentes activos de un cambio interior y verdadero que se refleje en la creación de soluciones certeras a los males
que nos aquejan.
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