Por Luis Ángel Delgado Flores.
Parece ser que la afectación y devastación de nuestro planeta
y de las diversas manifestaciones de vida que habitan en ella no tiene límites
y no se sabe de proporciones. No solo los recursos naturales de flora y fauna
que se encuentran en tierra firme estan siendo amenazados, sino que ahora la
fauna marina es la que viene experimentando una gran afectación en las últimas tiempos
en nuestras costas, específicamente en la zona norte de nuestro litoral que ha
causado gran alarma y preocupación; ello debido a que se ha llegado a cifras aterradoras
que no tienen precedentes a nivel mundial. Al respecto se ha indicado según
cifras oficiales del Instituto del Mar Peruano (IMARPE) que son 887
los delfines muertos; sin embargo informaciones de organizaciones sociales indican
que la cifra es aun mucho mayor indicando que se ha llegado a contabilizar hasta
MIL DELFINES MUERTOS EN UN SOLO DIA (haciendo un total de TRES MIL DELFINES muertos en
lo que va del año) a los cuales se debe agregar los MIL QUINIENTOS CADAVERES DE
PELICANOS encontrados.
Mucho se ha venido hablando y escribiendo acerca de este
lamentable y triste desastre ambiental que se ha venido sucediendo, en donde se
han emitido más de una hipótesis que buscan dar una respuesta a este fenómeno
tanto por parte del Estado como de instituciones de la sociedad civil. En el
caso de los entes gubernamentales representados por el IMARPE han procedido a
señalar que el motivo de la muerte masiva de delfines se ha debido como
consecuencia de su infección de un virus llamado “MORBILLIVIRUS”, el mismo que
han comparado con el distémper canino, elaborando toda una teoría inverosímil y
fantasiosa acerca de cómo han muerto los delfines, lo cual es bastante
lamentable, pero lo realmente censurable y criticable es que los funcionarios
del Estado hayan apelado a nombres y reputaciones ajenas para respaldar sus insólitas
explicaciones llegando al colmo del cinismo y del descaro de inventar supuestos
informes que han sido emitidos por prestigiosas instituciones extranjeras como
el “Mammal Marine Center”(Centro de mamíferos marinos) de Estados Unidos,
quienes han procedido a desmentir que haya elaborado el supuesto informe alegado por el directivos de IMARPE, conforme
lo ha desmentido su vocero Jim Oswald hace unos días por medio de un comunicado
enviado a un medio local. Parece ser una constante que cuando aparecen hechos
lesivos y catastróficos para el medio ambiente, los organismos del Estado salgan
a los medios a dar una versión de los hechos que dista muchísimo de la verdad
en casi todas las veces, ello con la finalidad de ocultar las causas o proteger
a los agentes causantes de los problemas. Tal parece que esta vez tampoco es la
excepción, conforme lo han comenzando a poner en evidencia los colectivos
ciudadanos y grupos ambientalistas, en el sentido de que la principal causal de
esta masacre marina se relaciona con las exploraciones de hidrocarburos por
parte de grandes empresas que vienen realizando en el norte de nuestro litoral y que como consecuencia de dichas actividades están
generando las llamadas “burbujas marinas”, las misma que ocasionan desorientación
y hemorragias internas en los delfines.
Al parecer se trata de un suceso que no es único en nuestro
país y que se han presentado en otros lugares, recientemente como en el sur de Argentina
en donde también han perecido gran cantidad de estos mamíferos en una zona en
donde se está realizado esta clase de actividades de exploración. Pero la
afectación y agresión al ecosistema marino se presenta como un problema de
escala mundial, en donde la inconsciencia e indolencia de muchos hombres vienen
provocando un gran holocausto en los mares, producto además de los continuos
derrames de petróleo –como el desastre ocurrido en el Golfo de México hace no
mucho tiempo- y de los centenares de ensayos nucleares que han venido
realizando los “países desarrollados” principalmente los Estados Unidos y
Rusia desde la década de los cuarenta hasta la fecha.
Estos
acontecimientos nos presenta un panorama bastante negativo y desolador acerca
del uso que le estamos dando a nuestro rico y noble mar que es fuente
inagotable de vida y que debe ser motivo de reflexión acerca del futuro que
deseamos tener para los mares que bañan nuestras costas y de los seres que en
ella habitan, pues dada la importancia y relevancia que ha tenido, tiene y
tendrá el mar para el planeta en los seres humanos, es necesario que adoptemos una
posición responsable en la conservación y uso del mar y de sus recursos marinos,
que debe empezar siempre con la información y concientización de cada persona
en sí misma y luego expandida en su entorno social, generando una cultura de
respeto y preservación de todas las formas de vida marina, como primer e
inexorable paso para el cambio de rumbo de nuestra triste y lamentable historia. Es alentador que cada
vez existan más organizaciones de la sociedad civil que se vienen interesando
por el cuidado y protección del mar y de la flora y fauna que habita en él y
que están desplegando importantísimas campañas de sensibilización en la
sociedad, es al menos un gran paso en el inicio de un largo y no poco difícil camino para la integración y hermandad planetaria que ha comenzado desde aquí en Latinoamérica.