lunes, 21 de mayo de 2012

El cuento de la vaca: Una parábola sobre la actividad minera en el Perú

Por Randall A. Lamadrid La rosa.

¿Han oído hablar del cuento de La Vaca? sí…aquella historia que cuenta que un viejo maestro-con la finalidad de mostrar a uno de sus discípulos la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de mediocridad y conformismo- decidió una tarde que ambos visitaran uno de los parajes más pobres de una provincia. Estando allí se instalaron en la más humilde de las viviendas…una casucha de apenas seis metros cuadrados donde vivían ocho personas; y cuyo único patrimonio-que las separaba de la miseria total- era una flacuchenta vaca de cuya leche se conformaban para sobrevivir. Pues bien, por la madrugada maestro y discípulo se levantaron con la finalidad de partir, y entonces el primero le dijo al segundo “Es hora de que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes”...Ante la incrédula mirada del joven, súbitamente el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y de un solo tajo degolló a la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda… dejando atrás aquella macabra escena, maestro y discípulo partieron... Durante los días siguientes al joven le asaltaba una y otra vez la nefasta idea de que, sin la vaca, la familia seguramente moriría de hambre… La historia cuenta que, un año más tarde, los dos hombres decidieron pasar nuevamente por aquel paraje para ver qué había ocurrido con la familia. Para su gran sorpresa, sobre el mismo lugar donde se había levantado la miserable casucha, se levantaba ahora una nueva y bella vivienda, y la pobre familia, lejos de morirse de hambre, y al no tener a la vaca como pretexto para pensar y desarrollarse, había progresado y era una de las familias más progresistas de la ciudad. La historia concluye cuando el joven, quien escuchaba atónito la increíble historia, “entendió finalmente la lección que su sabio maestro quería enseñarle…” .

Este ilustrativo cuento, del escritor latinoamericano Camilo Cruz, resulta la más excelente parábola que he encontrado para explicar el estado de error que se vive en países biodiversos como el nuestro. En efecto, desde la palestra política y económica, pasando por la propaganda publicitaria e incluso ciertos sectores académicos, se oyen voces que han colocado a nuestro país el desafortunado cliché de “país minero”: éste es un slogan que a menudo es utilizado por los gobiernos regionales para justificar las actividades mineras de las localidades afectadas. Todo ello ha generado un pernicioso paradigma mental en la ideología de todos los peruanos: Que explotación de recursos es sinónimo de desarrollo económico. Sin embargo, se ha olvidado que los problemas ambientales en el Perú nos están generando mayores problemas que reales beneficios. Estamos cayendo en un desarrollismo ingenuo al haber excluido la regulación ambiental en el tema del aprovechamiento de recursos. Las externalidades, la grave contaminación del ambiente, los conflictos socio-ambientales y la corrupción, son algunos testigos de ello. En efecto, estudios preliminares nos muestran que en nuestro país el gasto público y privado llegaría apenas al 0.61% de PBI. De otro lado, el costo que sufre el país como consecuencia del deterioro ambiental es aproximadamente un 3.9% del PBI anual (alrededor de 8.2 billones de soles), como lo revela un informe del Banco Mundial sobre la situación del desempeño ambiental, en el Perú.
Dentro de este contexto, se sabe que la actividad minera es la principal actividad económica generadora de divisas para el país (más del 50% de divisas por exportaciones en el Perú provienen de la actividad minera). A la par, más del 50% de los conflictos internos en el Perú son originados por la minería. Y en su gran mayoría son conflictos que se originan en 3 temas principales: AGUA Y TIERRA, EMPLEO Y BENEFICIO. Estos factores son la base central del conflicto socio ambiental en la actividad minera. En tal sentido, un informedel Ministerio de Energía y Minas realizada en el 2006 revela que tan sólo en dicho año los pasivos ambientales mineros existentes en el país, ascendían a un número de 850. Asimismo, el gasto público en materia ambiental no supera los 150 millones de dólares al año. En comparación, el propio Ministerio de Energía y Minas ha calculado que el costo de la atención de los pasivos ambientales mineros prioritarios asciende a 250 millones de dólares.

Queda claro entonces que PERDEMOS EN DETERIORO MAS DE LO QUE OMITIMOS GASTAR. Pese a todo, se sigue sosteniendo la tesis de que el Perú depende muchísimo de los beneficios por explotación de recursos naturales, sobretodo ello lo reafirman los gobiernos regionales cuando hablan de la renta minera. Sin embargo, los hechos se han encargado de contradecir esta afirmación, cuando se observa que las regiones donde se explota algún mineral son a su vez, más pobres y están sometidas a mayores conflictos sociales y perdida de vidas humanas; que donde no existe tal explotación o beneficio de renta minera. Hasta la misma historia se ha encargado de contradecir este paradigma. En el Perú tenemos grandes frustraciones vinculadas a ingresos temporales que han generado industrias extractivas: Por un lado el guano, que generó endeudamiento, el caso Dreyfus y mucha corrupción; por otro lado el salitre, que nos generó una guerra y que nos llevó a perder un territorio.

Hoy tenemos a los minerales y al petróleo que nos están generando numerosos conflictos socio- ambientales (entre los resaltantes, el “moqueguazo” y el “baguazo”) y mucha corrupción (el sórdido caso de los petro-audios, los numerosos pasivos ambientales y la escandalosa exoneración de impuestos y de fiscalización ambiental a empresas mineras como la DOE RUN; son tan sólo algunos ejemplos). Lo hasta aquí estudiado explica porqué hasta ahora no somos capaces de superar la lapidaria frase que recogió el sabio Antonio Raymondi cuando dijo “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”En efecto, seguimos mendigando el préstamo internacional, pese a que nuestros insumos son los que alimentan el mercado mundial, seguimos siendo un país subdesarrollado pese a nuestra biodiversidad y riqueza natural e histórica.
Señores: La minería sin regulación es corrupción. Y en el Perú lamentablemente no se puede esperar otro resultado, por los factores internos y externos que hemos esgrimido. Losólo no dependemos de ella para nuestro desarrollo, sino que más bien su despliegue en el Perú sólo obstruye nuestra democracia y desarrollo social como nación. Si la ciega explotación sin regulación es una amarga verdad, ¿por qué entonces en el Perú seguimos creyendo que dependemos de los recursos naturales? Ello ha sucedido en gran medida por las condiciones de inestabilidad política y social imperantes, de los intereses de ciertos actores sociales en defender su status quo, y a la perniciosa publicidad minera que ha confundido el pensamiento popular.
A manera de corolario, retomemos ahora la reflexión de la parábola materia del exordio del presente ensayo: los peruanos somos como la pobre familia del cuento de la vaca, seguimos creyendo que dependemos de ella: así como es un privilegio que nos enorgullece a nivel mundial; al mismo tiempo es la inexorable cadena que nos mantiene atados a una vida de conformismo y mediocridad como país. Nuestra bendición y a la vez, la connatural maldición de la que no podemos escapar hasta cambiar de ideología y comenzar a creer en nuestra propia capacidad para ser productivos y generar posibilidades económicas propias, pues como opina el ius ambientalista IVAN LANEGRA, el tener dinero fácil genera un fuerte incentivo al gasto superfluo.Esto es precisamente lo que está sucediendo, nos abandonamos a la existencia de unos recursos naturales cuya explotación hoy paralizan nuestras industrias, nuestra agricultura, nos generan endeudamiento y conflictos socio-ambientales, así pues “dejamos de pensar y nos conformamos con depredar” (economía parasitaria) sin tomar en cuenta los desastres ambientales y el cambio climático cuyos efectos son impredecibles y de consecuencias devastadoras. vimos en el caso Majes en Arequipa, luego en el Baguazo y actualmente lo vemos en el Conga: El gobernante de turno, lejos de apoyar la voz del pueblo se avocó a reprimirla a través de la policía, del ejercito, e incluso utilizando los medios de comunicación social, mediante los cuales controla (o en último caso confunde) el pensamiento popular. Por una vez más: la minería en el Perú (por historia y datos estadísticos) sólo ha generado corrupción, desastres ambientales, inequidades y conflictos sociales. Por lo tanto, no




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