Por Luis Ángel Delgado Flores.
El tema medio ambiental y los problemas que
encierra, pareciera estar presente siempre en la parte más importante de la
agenda mundial en estos momentos y sobre todo cuando escuchamos que se vienen
realizando una serie de cumbres a nivel mundial con la participación de gran
cantidad de países, como la “Cumbre de la Tierra” o la “Cumbre del Cambio
Climático”, lo que nos haría suponer con optimismo que los gobiernos del mundo
están tomando conciencia de las graves afectaciones que está sufriendo el
planeta y la humanidad debido precisamente al accionar irracional y devastador
sobre todo de las grandes corporaciones multinacionales.
Cuando damos una mirada a la celebración de
estos grandes eventos gubernamentales así como de los acuerdos y medidas
adoptadas en ellos, descubrimos que no se han obtenido los frutos esperados.
Ello debido a que la realización de estas cumbres no se viene realizando desde
hace dos, tres o cuatro años, sino que datan desde hace CUARENTA AÑOS, con la realización de la cumbre de ESTOCOLMO
(SUECIA) exactamente en junio de 1972. Desde hace esa época hasta la fecha,
entre lo poco que se ha avanzado es reconocer que tenemos un gran problema en
el contexto medioambiental debido fundamentalmente al sobreconsumo, una demasía
en la producción y un acelerado extractivismo que en buena cuenta son las
principales causas de generación de las sustancias químicas generadoras de la terrible crisis
ambiental que la tierra y los seres humanos venimos sufriendo; constituyendo el
diagnóstico realizado en tales Cumbres mundiales. El mismo que dicho sea de
paso también se ha establecido desde hace varios años, motivando la promoción
por parte de los gobiernos participantes de la suscripción de Tratados
Internacionales como el “Protocolo de Kioto” firmado el 11 de diciembre de
1997, que constituye un acuerdo internacional entre los países suscriptores
para impulsar una reducción en la emisión de los gases contaminantes que provocan
el “calentamiento del planeta” por ejemplo, que es uno de los mayores problemas
ambientales que nos aquejan. Indicando que la mencionada normativa
internacional entró en vigor recién a partir del 16 de febrero del 2005, siendo
ratificado por 187 estados.
Es muy necesario resaltar que en la lista
negra de países que NO han ratificado el Protocolo de Kioto se encuentra el
principal país contaminador del mundo como es Estados Unidos, que se excuso de
no someterse al tratado internacional por considerarlo su ex Presidente George
W Bush como ineficiente e injusto debido –según él- a que existía restricciones
en su aplicación en los países emergentes con mayor índice de contaminación,
viéndose perjudicada la economía norteamericana. Asimismo otro hecho relevante
lo ha protagonizado Canadá –también uno de las países más industrializado del
planeta y que entre sus principales empresas se encuentran grandes corporaciones
multinacionales que se dedican a la megaminería-, que ABANDONÓ el Protocolo el
pasado 11 de diciembre del 2011, para NO PAGAR LAS MULTAS que se le había
impuesto por incumplir su compromiso de reducir las emisiones de gases
contaminantes.
Sucesos como los mencionados anteriormente,
nos permiten comprender porque en tantos años el panorama ambiental en vez de
mejorar ha ido empeorando aún más, lo que se ha visto traducido en un aumento de
la temperatura planetaria y en la existencia de mayores fenómenos y desastres
naturales –cada vez más intensos e impredecibles-, justamente por no existir un
real y verdadero compromiso por parte de los Gobiernos de los países de darle
prioridad y preferencia a la problemática ambiental precisamente por el estado
de emergencia en el que nos encontramos, no comprendiendo o siendo simplemente
indiferentes a las graves consecuencias climatológicas que nos aguardan en poco
tiempo si es que no damos un giro radical en los sistemas de producción en la
forma y modo que se realizan las actividades económicas, por lo que resulta imperativo
dejar de lado el nefasto paradigma del “crecimiento económico” asumido como
dogma de fe por parte de los estados y del cual no quieren desprenderse, no
solo los países ricos –como los del G-8- sino también los países con economías
emergentes –China, India o Brasil- o los del tercer mundo –como el Perú-, en donde
se desea obtener el falaz “progreso” que supuestamente otorga el capitalismo -a
pesar de que éste se encuentra herido de muerte en sus principales bastiones- y
a costa de devorar el planeta y destruir la vida que hay en él.
Lo
descrito nos muestra una vez más que nuestros grandes problemas no van ser
solucionados por nuestros gobernantes, debido a que ellos también forman parte
del problema, por eso soy realista y comprendo que estas patéticas y ridículas
actividades realizadas en las mencionadas Cumbres van a seguir por el mismo
derrotero de la producción simbólica y decorativa de Tratados y recomendaciones
ineficaces que son mostrados para la foto por los políticos, como expresión de
la más grosera demagogia que caracteriza a toda la clase política mundial; lo
acaecido en la reciente Cumbre de Rio+20, no hace sino corroborar nuestras
afirmaciones. Pero por otro lado soy optimista, en que los grandes cambios los
podemos hacer los ciudadanos de pie comunes y corrientes, los cuales ya se está
dando en el planeta con un despertar de la “CONSCIENCIA”, que se viene traduciendo
en la adopción de una posición individual responsable y de respeto al ambiente,
a la naturaleza y a todas las formas de vida que en ella se encuentra, tomando decisiones
con “consciencia” relacionado al consumismo -debido a que las grandes
actividades contaminantes como la gran minería están dirigidas a la fabricación
de productos que nosotros apasionadamente consumismos con exceso principalmente
en el ámbito de la tecnología- y que es necesario fomentar y difundir por medio
de la “CONSCIENCIA COLECTIVA” que es despertada por medio del arduo trabajo que están realizando los diferentes
grupos e instituciones de la sociedad civil que vienen trabajando en diferentes
países del mundo, con la firme convicción de que un mundo diferente y mejor es
posible. Y en esa tarea titánica nuestra madre tierra va tener un rol
protagónico debido a que producto del mal comportamiento de sus hijos y el
sufrimiento que le vienen causando, no tiene más opción que ordenar la casa,
conforme está ocurriendo por medio de los diversos acontecimientos ambientales que
están sucediendo –terremotos, huracanes, inundaciones, etc- y que dará lugar
necesariamente a una reordenación de nuestro hogar mayor, en donde solo podrán habitarla
quienes hayan observado las reglas de la casa, principalmente la regla de
respetar a nuestra madre como buenos hijos y quienes no lo están haciendo,
lamentablemente tendrán que abandonar nuestra casa terrestre. Así de simples,
justas y exactas son las leyes de la naturaleza y las que rigen el universo,
esas si se cumplen y no están sujetas a ratificaciones o a ser abandonadas como
los Tratados internacionales.
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