Por Luis Ángel Delgado Flores.
Uno de los principales problemas que aquejan a nuestra
sociedad actual, es la “VIOLENCIA”,
de la cual se ha hablado, escrito y legislado mucho y de la cual tanto se ocupan
los diversos medios de comunicación diariamente y que se presenta como una
de las principales dolencias que presenta esta sociedad moderna y globalizada
que se encuentra enferma principalmente de la mente, que precisamente es una de
las consecuencias nefastas de la contaminación social a la que hacíamos
referencia en una columna anterior. Este fenómeno actualmente esta experimentado
un galopante crecimiento, pero al mismo tiempo se aprecia que existe una
respuesta ineficaz e ineficiente por parte del Estado a través de sus
organismos competentes, que conlleva a una lógica deslegitimación del sistema
de Administración de Justicia, debido a que existe una percepción en la
ciudadanía de impunidad a la delincuencia, ineficiencia y corrupción –aspectos
que también se configuran como factores agravantes de la problemática-
generando una sensación de vulnerabilidad y exposición a la comisión de constantes
hechos ilícitos en su contra. Asimismo debemos indicar que la violencia que
azota a la convulsionada sociedad actual, tiene como principal manifestación
en la “CRIMINALIDAD”, que es un fenómeno social muy complejo, por lo que su
análisis y tratamiento requiere necesariamente realizar un observación de
nuestro medio fáctico y establecer un diagnóstico social, económico y político
antes que uno de carácter jurídico que nos permita tener un panorama completo
de la problemática planteada como premisa fundamental para postular propuestas
para su tratamiento.
Al respecto, cabe señalar que esta “furia” que se vive
tanto en las calles como al interior de los hogares, tiene mucha relación y en
gran medida encuentra explicación en el hecho de que nuestra sociedad de hoy, presenta
grandes deficiencias por ser una sociedad desigual y discriminadora, contralada
por poderosos grupos de poder económico conllevando a una acumulación de
grandes cantidades de riquezas en pocas manos, en tanto que muchos se
encuentran relegados en oportunidades en salud, educación, vivienda, trabajo,
recreación, etc. Además de ello tenemos que los grupos dominantes, son quienes imponen
a escala global, al resto de sociedades sus pautas sociales, culturales,
políticas y económicas, estableciendo su propia lógica de la realidad,
reproduciéndola en las leyes y usos culturales –este proceso descrito se
desarrolla principalmente, a través de los medios de comunicación que son
también contralados por los grupos de poder-; siendo que en los diversos países
del mundo, se presenta como una
constante en que solo un porcentaje muy pequeño se beneficia de los réditos y
privilegios que otorga el capital, NO ESTANDO DISPUESTOS A COMPARTIR CON LAS
MAYORIAS; en tanto que millones de personas se encuentran relegadas. Este
contexto socio-económico ha determinado que en nuestra sociedad actual, se
establezcan determinados “paradigmas” como las directrices que orientan y
dirigen las vidas de los seres humanos y que están representados por una
excesiva “acumulación de riquezas materiales”, alentados por un voraz “consumismo”
que sirve casi siempre para satisfacer egocentrismos y obtener placares
banales, que nos ha llevado a un estado de grave degeneración de la humanidad
actualmente, que se ve traducida en los grandes problemas que nos aquejan desde
la contaminación del planeta, pasando por el uso inadecuado de la sexualidad y
la crisis de la familia, que se está atravesando hoy en día, precisamente por
la ausencia de valores que propugna el “Sistema”. Ello trae como consecuencia
letal que tanto los de arriba de la pirámide socio-económica en su carrera
desenfrenada de tener y ganar dinero más, como los de abajo en su deseo de
supervivencia y mejoramiento en su calidad de vida en términos materialistas –alentados
por sentimientos de odio y envidia hacia los adinerados que les genera la
frustración por la exclusión que son víctimas-, infringen cada vez con mayor
frecuencia e intensidad las normas afectando los derechos intereses de sus
congéneres, traduciéndose una gran cantidad de actos ilícitos, muchos de ellos
de carácter violento, en donde debemos englobar no solo a los ataques de un ser
humano a otro sino también aquellas agresiones que viene sufriendo nuestro planeta.
Ante esta compleja y difícil problemática en la que
nos encontramos, es necesario resaltar que cualquier programa o propuesta que
se elabore para afrontar el tema de la violencia y la criminalidad, tiene que
partir por reconocer que se trata de un problema que no se puede solucionar
solamente desde una perspectiva jurídica que se traduzcan solamente en normas
de esta índole. En conexidad con ello también es necesario reconocer que el “CONTROL
SOCIAL FORMAL” que realiza el Estado a través de sus instituciones es limitado
y tampoco no puede solucionar esta problemática; por lo que es necesario que
todos los hombres y mujeres asumamos un rol activo para afrontar este difícil momento
que atravesamos y entendamos que dentro de nosotros y en unidad con los demás
se puede encontrar las soluciones a nuestros problemas y pensar por ejemplo en
un accionar en la esfera extra estatal, por medio de mecanismos de CONTROL SOCIAL
INFORMAL en ámbitos tan importantes como la “familia” y la “escuela”, que son
necesarios revalorizar y reforzar. Pero sobre todo es necesario comprender en
primer término que es fundamental un “nuevo modelo de sociedad” que se
rija por “PARADIGMAS TOTALMENTE DIFERENTES A LOS ACTUALES” reemplazándolos
por otros nuevos de un corte ecólogo-humanista, teniendo como piedra angular el
principio universal de “PRESERVACIÓN Y CONTINUIDAD DE LA VIDA”,
que sirva de base a los valores rectores que son necesarios rescatar como el “amor”,
“la armonía”, la “paz” y la “solidaridad”,
que deben inspirar a nuestro nueva sociedad y que dan paso a los nuevos paradigmas
que deben estar representados por “ACUMULACIÓN DE CONOCIMIENTO Y SABIDURIA”
en lugar de riqueza patrimonial y pasar de un consumismo material a un “CONSUMISMO
DE CIENCIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA”. Teniendo en cuenta que para esta
radical y profunda transformación que necesitamos realizar, es fundamental e
imprescindible enfocarnos en el “SER HUMANO”, como centro principal
de atención, siendo necesario la realización de una limpieza de la gran
cantidad de basura mental que nos han ido acumulando a largo de todas nuestras vidas,
que permita un cambio de pensamiento orientado hacia estos nuevos paradigmas verdaderamente
humanos que postulamos, que se traduzcan en actos en favor de la vida y estén dirigidos a una convivencia pacífica
consigo mismo, con su familia, su entorno social y con la naturaleza. Lo cual
va ser posible en la medida que nuestro pensar, sentir y actuar esté
direccionado por esa valiosa y poderosa herramienta intelectiva con la que contamos
los seres humanos como es la “CONSCIENCIA”, que es el motor y el
elemento catalizador de ese cambio de mente y pensamiento en los seres humanos
que tanto necesitamos.
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